La tecnología digital está programada. Esto la inclina hacia a aquellos que tienen la capacidad de escribir el código. En la era digital debemos e aprender a hacer el software o corremos el riesgo de convertirnos en él. No es demasiado difícil o tarde aprender el código que esta detrás e las cosas que usamos –o al menos entender que existe código detrás de nuestras interfases. De otra manera estamos a merced de aquellos que programan, de la gente que les paga o, incluso, de la propia tecnología.
1. Gestiona tu tiempo
El sistema nervioso de una persona existe en el tiempo presente. Vivimos en un continuo ahora y el tiempo siempre esta pasando para nosotros. Las tecnologías digitales no existen en el tiempo. Al unir nuestros cuerpos y mentes basados en el tiempo a tecnologías que en sí tienden a ir contra el tiempo, terminamos divorciándonos de los ritmos, los ciclos, y la continuidad, de los cuales dependemos para vivir coherentemente.
2. No te olvide de la realidad offline
Las redes digitales son tecnologías descentralizadas. Trabajan desde lo lejos intercambiando intimidad por distancia. Esto los hace extraordinariamente adaptables para comunicarnos y realizar actividades a larga distancia, pero pésimas para involucrarnos con lo que esta, o quien esta, justo enfrente de nosotros. Al utilizar una tecnología deslocalizada para conectarnos localmente, perdemos nuestro sentido del espacio así como las ventajas que nos ofrece el ser locales.
3. Aprende a elegir y no a someterte
El mundo digital siempre requiere de la opción, y no abstracta ni difusa, sino muy exacta. Porque Internet, a pesar de toda su inmensidad, tiene fronteras comprensibles creadas por los programadores. Cuando te registras, supongamos, en una red social, en la columna, relacionada al “estado civil”, sólo puede especificar lo que propone el sitio-web. Rushkoff considera que esto no es concesión de libertad, sino más bien, una restricción. Por eso, al elegir tenemos que adaptarnos. El autor invoca no hacer click de forma inconsciente: es mejor en si no elegir, que someterse a las variantes sin pensar.
4. Complejidad: jamás estarás completamente correcto
A pesar de que nos han permitido trabajar con ciertas clases de complejidad nuestras herramientas digitales sobre-simplifican las problemáticas matizadas. Orientadas en contra de la contradicción y el compromiso, nuestros medios digitales tienen a polarizarnos en bandos incapaces de reconocer valores compartidos o de relacionarnos con algo paradójico. En la red generamos respuestas a través de simples búsquedas en lugar de sumergirnos en la investigación y en el seguimiento de líneas de lógica. No nos damos cuenta que las tecnologías digitales están modelando nuestra realidad pero no sustituyéndola, y confundimos sus limites sobre-simplificados con la forma en que las cosas tendrían que ser. Al hacer conciencia sobre la tendencia de estas tecnologías de reducir la complejidad recobramos la habilidad para concebir sus simulaciones como modelos inmersos en una aspiradora y no como postulados definitivos del mundo.
5. No confundas lo real con lo abstracto
En la Red todo se hace por escala –o al menos supuestamente debería. Las tecnologías digitales están orientadas a la abstracción, trayendo todo al mismo nivel universal. Personas, ideas, y negocios que no funcionan a ese nivel están en desventaja, mientras que aquellas que tienden a altos niveles de abstracción son las dominantes. Al recordar que un tamaño no le cabe a todos podemos preservar propiedades y actividades locales.
6. Se tú mismo
Nuestras experiencias digitales son extra-corporales. Esto nos conduce a un comportamiento impersonal en un entorno en donde nuestra identidad puede ser una desventaja. Pero entre más nos ligamos a otros anónimamente, menos experimentamos las consecuencias humanas de lo que decimos y hacemos. Al resistirnos a interactuar desde la comodidad del anonimato, nos mantenemos responsables y presentes lo cual hace mucho más probable el que podamos llevar nuestra humanidad al reino digital.
7. No vendas a tus amigos
Según la convicción de Rushkoff, el sentido de Internet es la comunicación, y no el dinero ni el contenido. La función principal del mundo digital siempre será la comunicación, y cualquier intento de hacer dinero con él destruiría toda la filosofía y la integridad de la red. Tus amigos no son coágulos de contenidos, más bien son lo que hace que Internet exista y se desarrolle. No es necesario buscar sin pensar entradas publicitarias y dar a los amigos en las manos de los especialistas en marketing. Las marcas comerciales también deben de ponerse a pensar. Con los banners intrusivos, la cantidad de suscriptores no aumentará, pero la socialización de la marca y la creación de las condiciones para la comunicación de los consumidores, conducirán a resultados positivos.
8. Di siempre la verdad
Con el advenimiento de los medios de comunicación digital, la información se transmite instantáneamente que ocultar la verdad es cada vez más difícil. La gente, sin embargo, hasta ahora se las inventan como pueden: con las opiniones falsas, con la optimización negra, con la siembra del contenido viral, pero todo esto es de corta duración. Una vez que la persona se entere que lo han engañado, él nunca volverá, e incluso publicará al respecto una advertencia en todas las redes sociales. Comprobar la información ahora es fácil, lo que hace que la mentira sea muy vulnerable.
9. Comparte en vez de robar
Las redes digitales están construidas con el propósito de compartir recursos computacionales por personas que en si estaban compartiendo recursos, tecnologías, y créditos para crearlo. Por esta razón la tecnología digital esta orientada a favor de la apertura y el compartir. Pero como no estamos acostumbrados a operar en un reino con estas tendencias, con frecuencia explotamos la apertura de los demás o terminamos siendo explotados nosotros mismos. Al aprender la diferencia entre compartir y robar podemos promover la apertura sin sucumbir al egoísmo.
10. Aprende a programar
La tecnología digital está programada. Esto la inclina hacia a aquellos que tienen la capacidad de escribir el código. En la era digital debemos e aprender a hacer el software o corremos el riesgo de convertirnos en él. No es demasiado difícil o tarde aprender el código que esta detrás e las cosas que usamos –o al menos entender que existe código detrás de nuestras interfases. De otra manera estamos a merced de aquellos que programan, de la gente que les paga o, incluso, de la propia tecnología.